La leyenda del hilo rojo del destino

Según cuenta una leyenda oriental, existe un hilo rojo invisible que mantiene enlazadas a aquellas personas que están destinadas a encontrarse.

—¿Cómo va a ser rojo e invisible? Tómese la pastilla, abuelo, que desvaría —me dices.
—Es invisible porque, de acuerdo a la leyenda, solo unos pocos elegidos son capaces de verlo —te aclaro—. Y quienes lo ven, lo perciben de ese color.
—Tonto.
—Tonto tú.

Bromas a parte, hace unos años viví una extraña y emocionante experiencia durante un sueño lúcido (otros dirán que fue un viaje astral). En ese sueño, vi un hilo rojo atado al dedo meñique de una de mis manos. En el otro extremo me encontré con una chica que dijo ser la mujer de mi vida. Años después, una desconocida en la otra punta del mundo me dijo exactamente las mismas palabras. Esa chica está ahora casada conmigo.

En mi primera novela (basada en hechos reales) dedico un capítulo a esa historia.

Si quieres saberlo todo sobre la asombrosa leyenda del hilo rojo del destino, quédate conmigo y sigue leyendo. Te voy a relatar la leyenda original (bueno, en realidad hay dos leyendas: ¡ahora te las cuento!). Pero no solo eso, también voy a tratar de resolver las dudas que puedas tener al respecto y te voy a dejar leer gratis ese capítulo de mi novela.

Qué es la leyenda del hilo rojo del destino

Existe una creencia que dicta que los dioses atan los extremos de un cordón rojo en el dedo meñique o tobillo de aquellas personas destinadas a encontrarse en algún momento y que, pese a tal vez no haberse conocido aún, mantienen un fuerte vínculo.

Existe otra versión de la leyenda que relata que hay un anciano viviendo en la Luna, quien sale cada noche y busca a aquellas almas que están predestinadas a unirse de alguna manera. Y, para que no se pierdan, las ata con hilo invisible y mágico.

Puede tratarse de amor (por eso también se le conoce como «hilo rojo del amor»), pero también puede ser que las personas enlazadas sean familiares, o que todo termine en una bonita amistad. Estamos, pues, hablando de una versión de las almas gemelas.

De qué trata la historia del cordón rojo

A continuación, un resumen de la historia más popular sobre el hilito rojo:

Hace mucho tiempo, un poderoso emperador se enteró de que en su reino habitaba una bruja que poseía la capacidad de ver el «hilo rojo del destino», que es un cordón rojo que une a personas destinadas a estar juntas.

La mandó traer ante su presencia y, cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que tenía atado al meñique y que le llevara ante la que sería su futura esposa.

La bruja accedió a su petición y el hilo les condujo hasta un mercado, donde una campesina muy pobre, con un bebé en brazos, ofrecía sus productos. La bruja se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie, e hizo que el joven emperador se acercara para decirle: «aquí termina tu hilo».

Este, al escucharlo, se enfureció, creyendo que era una burla de la bruja, y empujó a la campesina, que aún llevaba a su bebé en brazos, tirándola al suelo y provocando que el bebé se hiciera una gran herida en la frente. Acto seguido, ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.

Varios años después, llegó el momento en el que el emperador debía casarse y su corte le recomendó que desposara a la hija de un importante general: recomendación que este aceptó.

El día de la boda, la novia entró al templo con un bonito vestido y un velo que cubría su cara por completo. Y al levantárselo, el emperador descubrió con asombro que ese hermoso rostro tenía una gran cicatriz en la frente.

Qué significa

El cuento que acabas de leer se les recita habitualmente a los niños en muchos hogares japoneses. En él, se habla de la predestinación. El rey no quiso creer en lo que le dijo la bruja. ¿Cómo podía su alma gemela ser una vulgar campesina? Pero la cicatriz en la frente de su futura esposa le reveló que ella era el bebé que tenía en brazos la campesina. Su herida se produjo cuando el rey la empujó y el bebé cayó al suelo.

El hilo rojo, más allá de las leyendas que tiene detrás, tiene mucho que ver con un proverbio que dice, textualmente:

Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper.

Frases de la leyenda del hilo rojo del destino

Su significado se refiere a las almas gemelas y a un fuerte vínculo existente entre dos personas que pueden conocerse ya o, incluso, aún no haberse conocido. Esas dos personas están destinadas a quererse mucho, sin importar qué cosas sucedan, pues la cuerda roja que las une puede estirarse o contraerse, pero jamás quebrarse.

Pero no pensemos únicamente en el amor romántico o de pareja. Existe también la costumbre en Japón de referirse a esta metáfora como un vínculo invisible entre los hijos adoptados y sus padres adoptivos, como una manera de decir que ya estaban destinados a acabar siendo una familia desde antes de conocerse. En este caso, el lazo rojo sustituye a los tradicionales lazos de sangre de las familias biológicas.

Origen de este mito

¿De dónde es la leyenda del hilo rojo? Esta surgió en Asia oriental, en la época medieval, y puedes encontrarlo tanto en la mitología china como en la japonesa. Sin embargo, aunque proviene de Asia, es tal su popularidad, que ya ha alcanzado prácticamente cada rincón del planeta, gracias en gran parte a la interconexión que permite Internet.

Por qué el dedo meñique

Hay quienes establecen que el cordón va atado al tobillo. Sin embargo, lo habitual es que se mencione que el lazo va en el meñique. Pero, ¿por qué este dedo y no otro? Una teoría muy extendida es que existe una arteria (la arteria ulnar) que enlaza el corazón con este dedo. Así, el hilo rojo sería una extensión que uniría el corazón de las almas gemelas.

También hay quienes sitúan el nudo en el dedo anular por el mismo motivo, pues sería la vena amoris (vena del amor, en latín) la que conectaría directamente con el corazón. Por eso, los anillos de boda (tanto de compromiso, como de casado) van en ese dedo.

He tratado de encontrar una fuente fiable que confirme o desmienta esta información y no he logrado dar con ninguna. ¿Será un mito o una realidad? No encontrar una fuente fiable, me hace pensar que probablemente es falso. Sin embargo, no puedo asegurarlo.

¿Es verdad la historia del hilo rojo de la vida?

¿Qué hay de cierto? ¿Es real esta creencia? ¿Existe el hilo rojo? Estamos hablando de una leyenda. Y como tal, esta puede mezclar hechos verídicos y falsos, o ser enteramente falsa. Los que me conocéis, ya sabéis que, si bien me gusta jugar con las posibilidades y que cada cual crea lo que estime conveniente, soy una persona con mentalidad científica, así que no me va lo de creer en misticismos, ni en hechos sin probar.

Sin embargo, mi historia es tan asombrosa, que podría poner en duda todo tu sistema de creencias. Yo seguiré siempre buscando una explicación lógica para cada suceso, pero tú puedes (y, seguramente, debes) regirte por tu propio sistema de creencias.

Cómo ver el hilo invisible del destino

¿Cómo hago para ver mi hilo rojo? Sinceramente, no tengo ni idea de cómo verlo ja, ja, ja. ¿Quieres saber cómo encontrarlo? Antes de tratar de averiguar esto, habría que preguntarse si existe. Pero, si nos basamos en lo que viví yo, sería durante el sueño. Yo soñé que salía de mi cuerpo (lo que algunos interpretan como un viaje astral) y me vi a mí mismo tumbado en la cama. Entonces vi ese hilo y lo seguí hasta llegar al otro extremo. Pero si quieres saber más sobre esta historia, lee ese capítulo de mi novela.

Imágenes de tatuajes del hilo rojo

A continuación unos ejemplos de tattoos sobre el hilo rojo del destino en distintos lugares: en la mano, en el tobillo, en el brazo y en el dedo meñique. Algunas personas optan por hacérselo en el dedo anular, que es donde tradicionalmente se colocan los anillos de compromiso y los anillos de casado. Te lo puedes hacerte tú solo, por supuesto, pero suele ser más común hacérselo como tatuaje en pareja.

Película sobre el hilo rojo

Existe una película, producida en Argentina, que se titula «El hilo rojo» y que se basa en esta leyenda. Se trata de un drama romántico dirigido y coescrito por Daniela Goggi, cuyos protagonistas son los argentinos Benjamín Vicuña y María Eugenia Suárez, también conocida como «La China Suárez». Como actores secundarios tenemos a la modelo y actriz Guillermina Valdés y al actor español Hugo Silva.

Este largometraje, que fue estrenado en el año 2016, no alcanza el cinco sobre diez de puntuación en Filmaffinity. Personalmente, la vi por curiosidad y… digamos que no es mi tipo de película preferido. Pero si te van las pelis de amor, no te la pierdas.

Puede ver el tráiler en este vídeo de YouTube y ya decides tú si la ves o no:

Libro sobre el hilo rojo

En la novela «Algo Épico«, de quién soy yo su autor (Javier Busquets), dedico un capítulo a esta leyenda. Mi libro, por si aún no lo conoces, está basado en hechos reales. Y la historia que cuento la viví durante un viaje astral (aunque yo, que no creo en misticismos, pienso que fue un sueño lúcido lo que viví). Sin embargo, la clave del tema es que, años después, conocí a una persona que me dijo ¡las mismas palabras exactas! que la chica de mi sueño. Esa persona es ahora mi esposa y la madre de mi hija.

Todavía se me pone la carne de gallina cuando pienso en ello.

Este es el capítulo en cuestión:


Hay alguien observándome, de pie, junto a mi cama.

Aunque está oscuro, veo sus ojos; no logro ver nada más.

Es una mirada magnética que me atrapa al instante.

Una ola de felicidad me golpea, sin saber el motivo.

En cuanto esa persona se percata de que la he visto, desaparece.

Me levanto de forma apresurada. Necesito ir tras esa mirada.

Me veo a mí mismo tumbado en la cama: he salido de mi cuerpo.

También me doy cuenta de que un hilo rojo cruza la habitación. Un extremo está atado al dedo meñique de mi mano; el otro extremo se pierde por debajo de la puerta.

Justo la semana pasada, leí un texto que versaba sobre esta leyenda. Supongo que por eso estoy soñando con ello: suena lógico. Intrigado, decido seguir el hilo. Primero avanzo lento, atravesando un par de puertas hasta llegar a la calle, flotando, sin necesidad de andar, y cada vez voy más deprisa y, en unos pocos segundos, alcanzo el otro extremo, en algún punto del planeta; quizás a unos pocos metros de distancia o quizás a miles de kilómetros: no sé en qué lugar estoy. Me encuentro otra vez cara a cara con la mirada de antes: parece sorprenderse: ahora soy yo quien la visita a ella. De nuevo, la oscuridad no me permite ver más que unos grandes ojos color café; café que produce desvelos. Me pierdo en su mirada; me seduce, como si de un hechizo se tratara. Siento una conexión brutal, como si ya la conociese, y vuelve a invadirme la felicidad.

—Ya te conozco de antes —afirma.

Se me eriza el vello de los brazos.

—¿Quién eres? —Pregunto.

—Tú no me conoces a mí. Hago viajes astrales y te he visitado varias veces en sueños. Esta es la primera vez que me visitas tú a mí.

—En realidad no existes. Esto es un sueño, así que todo lo que veo y experimento lo está creando mi subconsciente; incluida tú. Cuando hablo contigo, en realidad estoy hablando conmigo mismo.

—Si es lo que quieres creer, créelo —repone.

—Suponiendo que fueses real, ¿por qué me visitas?

—No sé si debo decírtelo.

—Dímelo, por favor —solicito—. Necesito respuestas.

—Soy el amor de tu vida.

Dedico unos instantes a asimilar la información.

—¿Y cómo puedo localizarte cuando despierte? —Prosigo.

—Aún no es el momento.

—¿Por qué no?

—No sé el motivo concreto. Simplemente lo sé.

—¿Pero cómo sabes estas cosas? ¿Y cómo me has encontrado?

—Soy un poco brujita.

—Eres latina, por tu acento. ¿Me equivoco?

—No debo decirlo.

—Pero se te nota. ¿Dónde has nacido? ¿Vives en España?

—Haces demasiadas preguntas y aún no es el momento.

—Está bien, pero cuando llegue el momento, ¿cómo te busco?

—Simplemente nos encontraremos cuando estemos listos.

—¿Y cuándo será eso?

—Cuando estemos listos. Ni antes, ni después.

Me quedo en silencio, frustrado por sus vagas respuestas.

—Entiende que si nos encontráramos ahora —continúa—, se iría todo a la verga. ¿Ves el hilo rojo que nos une? Está muy suelto. Cuando estemos listos, el hilo se tensará y no importará la distancia que nos separe; tirará de nosotros y nos sentiremos irremediablemente atraídos. Aún debemos vivir algunas experiencias, antes de encontrarnos. Tú vas a empezar una nueva Vida desde que te levantes hoy: vas a reconstruirte desde cero. Y yo… yo aún soy demasiado chibola y apenas tengo experiencia. Aún soy muy niña.

—Pero tú ya me conoces. Juegas con ventaja.

—No juego con ventaja. Cuando despierte, hoy en la mañana, no recordaré nada. Tú sí recordarás esto. Porque para mí, hoy es un día cualquiera, pero tú estás en un punto de inflexión en tu vida. Tú vas a despertar allá, en tu cama, y vas a escribir todo esto antes de olvidarlo. Lo único que no recordarás es mi aspecto. Porque aún no estamos listos. Pero cuando nos crucemos por primera vez, tendremos la sensación de que ya nos conocemos de antes: será un déjà vu.

—¿Y de verdad no puedes decirme cuánto tiempo pasará hasta que nos encontremos? Dame una pista, aunque sea.

—No es que no pueda, es que no lo sé. Aún no está escrito. Depende de nosotros. Pero no debes pensar en mí todavía. Ahora debes disfrutar del camino. Cada día es un regalo por abrir. También vas a vivir algunas cosas malas, pero si no te rindes y luchas, vas a conseguir cumplir tus metas… y también a mí… si no la cago yo.

—Me muero de ganas de encontrarte. Esta felicidad que siento cuando nos miramos… ¡buf! ¿No la sientes tú también?

Me sonríe. No puedo ver su boca, pero intuyo su sonrisa en sus ojos; en cómo se estrechan. Y mi felicidad aumenta. Me siento embriagado de felicidad por una sonrisa que ni siquiera puedo ver.

—¡Exacto! Siento lo mismo que tú —reconoce—. Es chévere. Y lo sentiremos cuando nos encontremos. Pero antes, conoceremos a varias personas que nos servirán de aprendizaje. Esas personas son nuestro viaje, no nuestro destino. Son personas que nos guiarán el uno hacia el otro. Y ahora debes despertar. Y vas a creer que esto solo fue un sueño; porque tú no crees en estas cosas. ¡Pero escríbelo!

—¡No! ¡Espera!

—¡Despierta!

Siento vértigo.

Algo me arrastra hacia atrás.

Caigo sobre mi cama.

Despierto.

Tengo la piel de gallina.

¡Guau! ¡Vaya sueño! ¡Era tan real!

¡Me he enamorado de un personaje que ha creado mi mente!

Supongo que se me pasará en unos minutos.

Solo es la típica resaca emocional que dejan los sueños.

Salto de la cama como un resorte, enciendo mi portátil y me pongo a escribir lo que he soñado. Escribo deprisa; tan dprisa q m como letrs, tambin m palabrs… ya lo corregiré. Escribo aporreando las teclas furiosamente. Debo escribirlo antes de que se me olvide. Mis pensamientos van más rápido que mis dedos.

¡Estoy escribiendo!

¡Soy feliz, feliz, feliz!

Termino. Tengo que revisar el texto y pulirlo, pero he conseguido atrapar el sueño en unas cuantas palabras: la magia de la escritura. Ya nunca se perderá en el olvido. Lo que me da rabia es no haber podido verle la cara a la chica. Me pregunto si no la he visto o si en realidad lo que ocurre es que sí la he visto pero mi mente ha eliminado ese recuerdo, como ocurre a menudo con los sueños.

Pongo Cruce de caminos, de El Canto Del Loco, en mi portátil.

Abro la ventana.

El Sol brilla con fuerza. El cielo parece estar más azul que nunca, pero no es el cielo, soy yo quien está más azul. Es como si lo de ayer sábado hubiese ocurrido en una vida anterior. He dormido durante mil años para despertar en el mismo lugar y en la misma época, pero al mismo tiempo todo es diferente, porque yo soy diferente.

Estoy harto de vivir con miedo.

He probado la Vida y quiero más.

Miro mi dedo meñique: no veo ningún hilo rojo ahí. Obviamente, todo fue una fantasía que generó mi subconsciente. ¡Cómo me gustaría que fuese real! ¿Te imaginas que esa chica existiese? Bueno, sea como sea, esa chica, inventada por mi psique o real, me dijo que no debía pensar en ella todavía; que debía disfrutar del camino hasta ella. Y le voy a hacer caso. ¡Voy ser un escritor de éxito! Pero, sobre todo, voy a honrar a la Vida. ¡Porque soy libre! ¡Porque puedo elegir! Porque, como dijo ella: cada día es un regalo por abrir.


Después de lo que relato en el capítulo que acabas de leer, viví un montón de cosas asombrosas; épicas es la palabra. Y un buen puñado de años después, cuando ya casi me había olvidado de aquel sueño tan vívido, conocí a una chica que tenía los mismos ojos y la misma mirada, y que me dijo las mismas palabras que la chica del sueño. La conocí en la otra punta del mundo y viví una noche que aún a día de hoy me cuesta racionalizar. Esa desconocida (o no), ya te adelanté que ahora es mi esposa y la madre de mi hija.

¡No me digas que no es épico!

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Cómprale un libro a este pobre escritor, que no tiene ni para un mísero Ferrari. Imagínatelo yendo a los sitios en un vulgar SEAT. ¿Es que no te da pena?

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