En sesión de escritura, los escritores necesitamos desatarnos de la cotidianidad y sumergirnos en ese estado mágico en el que escribir (o hacer) algo genial es simplemente inevitable. Sin desconectar el piloto automático y desprendernos de toda esa maldita normalidad, podemos escribir cosas cojonudas, pero nunca geniales.
Cuando entrenas a tu mente para ello, sabes entrar en ese estado mental; a veces sin ayuda, otras veces tirando de música, de recuerdos, de lo que haga falta; pero no siempre puedes. Hay días en los que, por mucho que aprietes, no sale: tienes estreñimiento creativo. Puedes recurrir al alcohol, en ocasiones actúa como un laxante y las palabras acaban saliendo por fin, pero si te pasas puede llegar a provocarte una enorme diarrea mental y, en cualquier caso, este es un recurso que tiene efectos secundarios.
Hoy estoy en uno de esos días en los que no hay manera. Lo he intentado todo, pero mi esfínter creativo se ha cerrado tanto que solo me queda dedicar el día a otra cosa y esperar a mañana. Y en eso ando: tras tachar algunos elementos de mi lista de tareas pendientes, he comenzado a escribir este artículo (sin una pizca de genialidad) en base a una de las ideas que me rondan la cabeza.
Dime, ¿alguna vez te ha pasado esto que te voy a relatar?
Tienes un gran proyecto entre manos: tal vez es el gran sueño de tu vida o tal vez no, pero es algo importante para ti. Y es algo distinto a lo que se hace habitualmente. Cuando se lo cuentas a los demás, te toman por imbécil. O por un soñador: como si eso fuera algo malo. «Pon los pies en la tierra», te dicen. Pero son ellos quienes no se atreven a levantar un pie del suelo, por miedo a caerse. No se dan cuenta de que caerse (y levantarse después) no es tan malo; que lo malo es permanecer donde no te gusta estar.
Cuando te dicen cosas como «sé realista» o «eso no va a funcionar» o «ponte a hacer algo de provecho», es muy hiriente, lo sé, pero no te lo tomes a mal. Soy consciente de que es difícil no enfadarse porque esos ataques se te clavan en el ego; yo soy el primero al que le jode mucho cuando cuestionan lo que estoy haciendo; me siento menospreciado y pienso: cuando lo consiga, te restregaré mi éxito por la cara y te darás cuenta de lo pequeña que es tu mente, puto zombi de mierda; pero luego pienso que lo que está ocurriendo en realidad es que están proyectando sus propios miedos sobre mí; en realidad no me lo están diciendo a mí; se lo están diciendo a la versión de ellos mismos que quiere arriesgarse y hacer lo que desean desde lo más profundo de su ser: esa versión de ellos mismos que mantienen sepultada tras una montaña de miedos e inercias.
Una vez le dije a un amigo: «no te imaginas lo difícil que es ser yo».
Y se lo tomó a broma.
Pero yo estaba hablando en serio.
No es que me crea mejor que nadie, es solo que hace ya unos cuantos años que abandoné la autopista y comencé a caminar entre el follaje; e ir a contracorriente es muy jodido. Todo y todos te van a poner la zancadilla una y otra vez, con acciones y palabras. Y casi siempre sin mala intención. De hecho, cuando viene con mala intención, casi siempre te va a dar igual porque seguramente vendrá de alguien que no es importante para ti. El problema aparece cuando las personas que más te quieren intentan cortarte las alas, porque te importan y no entiendes cómo pueden estar intentando joderte la vida así.
Solo que no están intentando joderte la vida.
Te lo dicen por tu bien; su intención es buena, aunque se equivoquen. No entiendes a qué viene tanta oposición. ¡Si tú lo ves clarísimo! Pero eso es porque te has volcado en ello, lo has estudiado con detenimiento y sabes exactamente qué pasos debes dar para alcanzarlo; o, al menos, sabes hacia dónde debes dirigirte para averiguar todo eso; o conoces los riesgos a los que te estás exponiendo y los aceptas; en cambio, ellos no: ellos solo ven a un iluso con pájaros en la cabeza tratando de hacer algo «poco realista». Para ellos eres una especie de loco antisistema y antitodo que solo desea llamar la atención. Parecen ignorar que este sistema con el que mantienen una insana relación tóxica de amor-odio, que este sistema al que consideran la única realidad posible, hace algún tiempo solo era el sueño de otros locos antisistema y antitodo.
Puedes intentar explicárselo a aquellas personas que consideres importantes para ti (con las demás, no pierdas tu valioso tiempo), y sin duda deberías hacerlo, pero nunca las convencerás del todo: un día te dirán que lo entienden, y será cierto, y al siguiente volverán a tener dudas sobre las mismas cuestiones, y también será cierto.
Cuanto más apoyo tengas de la gente que te quiere, mejor, pero debes entender que para las grandes cuestiones, estás solo. Al único que debes convencer es a ti mismo. Pero no dopándote con ilusiones y creencias absurdas, sino dándote motivos realistas para creer. Demuéstrate a ti mismo que quien te dice que no eres realista es porque no sabe lo que tú sabes. Haz eso y nada ni nadie podrá destruir tu determinación jamás.
Serás como un cohete que va directo hacia la estrella que más brilla.