Yo creo en ti

En cuanto nos mudamos de Perú a España, me tiré al barro y me puse a construir desde sus cimientos la que será mi primera novela. Y durante todo este tiempo, Janet (mi esposa) me ha apoyado dándome ánimos cada vez que me bloqueaba, cada vez que sentía que no avanzaba al ritmo suficiente con mi libro, cada vez que creía que todo lo que había escrito era una mierda y que nunca seré un escritor de verdad. También ha cuidado más tiempo que yo de nuestra hija, para que yo pueda luchar por mi sueño.

Bueno… uno de mis sueños. Mi mayor sueño ya lo he cumplido.

Mi familia
Mi familia: un sueño hecho realidad

Dos meses atrás le salió un trabajo de verano y me preguntó que si me parecía bien, pues no había terminado la novela todavía. Claro que me parecía bien. Dicho trabajo estaba lejos de su nivel de conocimientos y experiencia, pero por algo había que empezar.

—¿Seguro? —Me preguntó— . ¿Vas a tener tiempo suficiente para escribir?

—Seguro —respondí— . Acepta ese trabajo.

Dentro de mí, sabía que esto iba a retrasar la novela, pero no se lo dije. De haberlo hecho, habría rechazado el puesto sin dudarlo un solo instante, y los dos necesitábamos que lo acepte: ella necesitaba volver a trabajar para sentirse activa de nuevo y yo necesitaba que ella esté bien y se sienta realizada.

Además, estaba demasiado agobiado como para concentrarme. Por un lado, el dinero: mis ahorros mermando, mi hija creciendo y yo sintiendo que no estaba avanzando lo suficientemente rápido. Por otro lado, mi sentimiento de culpa: Janet ha dejado todo por amor; un trabajo muy bien pagado y una vida cómoda; lo ha dejado todo y se ha lanzado de cabeza a la incertidumbre por mí; y yo he dejado que su alma se pudra encerrada entre cuatro paredes en una casa y un país extraños para ella, cuando lo que debería estar haciendo es conocerlo y yo redescubrirlo con ella. ¿Cómo voy a poder escribir así?

Este verano, con Janet trabajando un montón de horas y yo cuidando de mi hija, no he podido escribir. Lo he intentado muchas veces, pero yo, cuando escribo, estoy como en trance, así que me resulta imposible hacerlo si a la vez debo estar pendiente de mi hija. Un día, en mi enésimo intento de luchar contra la hoja en blanco virtual mientras cuido de la renacuaja, mi ordenador portátil acabó en el suelo, con fatal desenlace.

De modo que dejé de escribir por causas de fuerza mayor.

Por otro lado, los dueños de otra empresa, conocedores de lo que hacía Janet cuando vivía en Lima, han contactado con ella para ofrecerle un puesto de trabajo mucho mejor. Quieren que se incorpore a su plantilla el mes que viene, a tiempo completo y haciendo horas extra, para exprimir al máximo su experiencia en los negocios. Hemos hablado sobre ello y le he dicho que tiene que aceptarlo; que es vital para su carrera profesional.

Así pues, mi esposa les ha dicho a quienes quieren contratarla que acepta su oferta de trabajo, pero a condición de que la contraten solamente a media jornada, para darme más tiempo a mí. Y se ha gastado un sueldo en estos dos regalos para mí:

Regalos de aniversario

—No quiero que lo dejes —me dijo—. Quiero que sigas escribiendo . Yo creo en ti.

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