Cómo ser feliz

¿Cómo ser feliz? Es más, ¿qué es ser feliz? No sé tú, pero yo me he planteado muchas veces estas cuestiones: considero que hacerlo es muy sano. Es como detenerte un momento en el camino para consultar el mapa.

Ahora podría escribir el clásico artículo con un título del tipo «7 claves para ser feliz todos los días», o «5 infalibles consejos para ser feliz todo el tiempo», o «9 hábitos que te convertirán en un madafaka«. Después lo organizo en varios apartados con títulos en negrita y comienzo a soltar tonterías y pseudo autoayuda… ¡Bah! ¡Qué pereza!

Mira, si alguien te dice que posee el secreto para ser feliz, mándalo a la mierda.

Los seres humanos tendemos a clasificar y simplificar todo (blanco-negro, arriba-abajo, feliz-infeliz), pero la vida no funciona así: se puede ser más feliz o menos feliz, se puede ser «igual» de feliz en dos momentos distintos y, sin embargo, no sentir lo mismo, incluso se puede ser feliz e infeliz a la vez. Se podría decir que la felicidad máxima es un lugar al que no puedes llegar, pero al que sí te puedes acercar infinitamente.

Desde un punto de vista biológico, la evolución nos preparó para un mundo que ya no existe, o que al menos no es el que nos encontramos normalmente en nuestro día a día, y, debido a esto, nuestro sistema emocional, que es el que nos impulsa a hacer las cosas, choca constantemente contra nuestro sistema racional, lo que provoca que a veces nos sintamos confundidos y desesperanzados.

Simplificando, podríamos orientar la búsqueda de la felicidad de dos maneras opuestas:

  • Superación: tener grandes o pequeños objetivos que te mantengan motivado.
  • Carpe diem: disfrutar del ahora y vivir la vida sin expectativas.

¿Cual es mejor?
Ni idea.

¿Hay más formas de perseguir la felicidad?
¡Claro! Infinitas.

Entonces, ¿qué hago?
Y yo qué sé. Podrías hacerme una transferencia bancaria, por ejemplo.

¿Y qué haces tú?
Bien, te lo contaré. Pero empezaré aclarando algo que considero tan obvio como importante: que cada uno debe buscar lo que le hace feliz a él; que mi felicidad está en un lugar y la tuya estará seguramente en otro y que, para complicarlo aún más, ese hipotético, utópico y filipiturriánico punto de felicidad máxima personal se suele mover de sitio. Sí — ja, ja, ja—, así de puñetera es la felicidad; y por eso la queremos tanto.

La cosa va más o menos así:

  • Cuanto más buscas la felicidad, más te mueves.
  • Cuanto más te mueves, más cambias.
  • Cuanto más cambias, más se mueve de sitio la felicidad.

Esto tiene su lógica: piensa que estás cambiando (hoy ya no eres el de ayer, hoy eres otra persona) y ya te dije que, para cada persona, la felicidad está en un lugar diferente.

Mi novela, que está basada en hechos reales, trata en gran parte sobre esto: la búsqueda de la felicidad en un mundo que se empeña en conducirte a través de un camino preestablecido que no a todos nos hace felices.

Esta cita aparece en uno de sus primeros capítulos:

No había padecido una guerra, ni una depresión económica. Nunca pasé hambre, ni tuve que dormir en la calle. Tampoco tuve que luchar por la libertad. He tenido la suerte de nacer en un país desarrollado y en una época de paz y abundancia. Estaba justo de dinero, pero siempre había comida en la nevera. Veía los telediarios como quien ve una película, sin atragantarme con el filete cuando mostraban imágenes de niños muriendo de hambre en algún país de África. No tenía derecho a quejarme. En teoría, debería ser feliz.

Entonces, ¿por qué no lo era?

De la novela «Algo Épico«, de Javier Busquets

Pasé por varias fases, algunas constructivas y otras autodestructivas, fui héroe, fui antihéroe, me reinventé mil veces; y, por el camino, ¡VIVÍ!

Todo eso, y mucho más, te lo cuento en mi novela. ¡No seas rata y cómprame una!

La felicidad tiene mucho que ver con tu enfoque y con el diálogo interno que mantienes contigo mismo:

  • Durante la que fue la peor época de mi existencia, cuando me sucedía algo bueno, me decía a mí mismo: «tranquilo: será mejor que no te alegres demasiado o después la caída será peor». Te lo juro: así de idiota era.
  • Hoy en día, cuando me pasa algo malo, pienso: «tranquilo: solo es un bache; pronto volverá a estar todo bien, como siempre».

¿Recuerdas las dos formas de orientar la búsqueda de la felicidad que te he mencionado hace un momento? Superación vs. carpe diem; basar tu motivación en conseguir objetivos vs. vivir sin expectativas y disfrutar del presente.

  • La superación personal te proporcione metas, y ¿qué mejor que tener un motivo para hacer las cosas? El problema es que, si lo orientas mal, podrías caer en la eterna procrastinación de tu felicidad (tu felicidad siempre está en algún punto del futuro). Pensamientos como «nunca lo voy a conseguir» o «seré feliz cuando lo consiga» pueden arruinar tu paz mental. Y lo que es peor: imagina esto: consigues tu gran objetivo y te sientes muy bien, pero pasan los días, te acostumbras, la luna de miel termina y entonces piensas: «¿y ahora qué». Esa maldita pregunta puede hacer que se desmorone todo lo que tanto tiempo y esfuerzo te ha llevado construir.
  • Por contra, con el carpe diem no tienes que buscar la felicidad, ya la tienes; nada de posponer las cosas, vives el ahora. Suena que te cagas, pero no creas que está libre de inconvenientes: el más obvio es que caes en el conformismo y que, en casos extremos, podrías sacrificar tu futuro en pos del presente, pero el no tan obvio (y, en mi opinión, más importante todavía) es que el ser humano es inconformista por naturaleza y eso te puede acabar pasando factura. Imagina que puedes permitirte viajar mucho: te encanta, disfrutas como nunca de tantas nuevas y épicas experiencias, pero, al igual que sucede cuando consigues una meta, llega un momento en el que te acostumbras y el efecto motivador que tenía sobre ti comienza a desvanecerse, así que un día te cansas de viajar y caes en el temido: «y ahora qué?

¿Entonces no hay solución? ¿Solo buscar pequeños y efímeros momentos de felicidad?

Partamos de la base de que todo es efímero y de que la felicidad, más allá de lo que diga el diccionario, no resulta tan fácil de definir. Más que buscar la felicidad, lo que creo que debemos buscar es la paz mental; o, dicho de otro modo: el equilibrio.

Yo vivo las cosas con mucha intensidad y eso es algo que me ha dado muchos problemas en el pasado, cuando no tenía ningún tipo de equilibrio. Ahora mi punto de «normalidad» es sentirme bien, sentirme motivado; además, con mucha frecuencia tengo «subidones» brutales y, con poca frecuencia, tengo algún «bajón». Para mí, esto es tener equilibrio.

Pero vayamos más allá: volviendo al tema superación vs carpe diem, lanzo una pregunta: ¿quién dice que tengamos que elegir una de las dos posibilidades?

Lo que hoy me sirve y me hace feliz, mañana quizá ya no, pero ahora mismo me encuentro combinando y balanceando esas dos aproximaciones hacia la consecución de la paz mental y la felicidad y me va de puta madre. Tengo siempre objetivos que me motivan a «caminar», pero al mismo tiempo disfruto del camino. O, dicho de otro modo: disfruto de las cosas que ya tengo (carpe diem) y, al mismo tiempo, disfruto del camino hacia las cosas que deseo tener y aún no tengo. Porque la felicidad no está concentrada en un punto; la felicidad está esparcida a lo largo del camino hacia ese lugar.

La felicidad se encuentra en el camino hacia la felicidad.

De la novela «Algo Épico«, de Javier Busquets

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